Mi Diario

Posted by: Johanna / Category:





Lunes, 9 de febrero de 2009


Esta mañana, como no tenía clases en la universidad, me escape a la casa de una amiga. Confieso que pasar las mañanas en mi hogar no suele ser agradable, es más bien agotador. Creo que como todo adolescente he tenido que mentir para visitar lugares ilícitos. Bueno, no son tan malos. Porque visitar a una vieja amiga no me parece nada del otro mundo.

Aunque lo malo de mentir es que siempre existe un: ´´Yo la vi en…´´ Al parecer no es una tarea fácil escaparse de las personas delatadoras. Al menos, que tengas suerte. A veces me da miedo pensar que es poco el control que tenemos de la vida, y el resto dependa del azar. En fin, ese no es el punto. Luego de charlar con mi camarada y descubrir que tenemos muchas amistades en común, regrese a mi rutina: comer, cagar, comer, cagar, etc. Sí, mi vida no es tan interesante. Gran parte de ello se debe a que tengo una madre sobre protectora. Es horrible. No puedo hacer mayor esfuerzo para aventurarme.

Sin embargo, ahora tuve que hacer el papel de enfermera. Mi abuela (de parte de mamá), regresó del hospital y tenía que recibir los mayores cuidados, ya que la herida no había sanado por completo. Al principio, me pareció gracioso, pero después de unas horas, se volvió insoportable. Se comportaba peor que una niña de seis años. Pedía una taza de atole, un jugo de naranja, y luego ya no los quería. Ser enfermera de una señora de 62 años, me resulta frustrante. Creo que para rematar el día, tuve que compartir mi cama con mi prima menor. La verdad es una loca para dormir, y lo peor es que no contamos con el suficiente espacio para dormir tranquilas. Temo que mis dientes, tarde o temprano, van a saludar a cada ladrillo de mi habitación. ¡Qué vida la mía!

Martes, 10 de febrero de 2009

Creo que este día no se compara con ningún otro. Porque, en definitiva, fue el peor. Todo comenzó cuando regrese a casa, no tuve oportunidad ni de reposar un rato. Mi labor de enfermera me estaba esperando. Quisiera renunciar, pero no puedo. Es una obligación que tengo que cumplir. No me resultaría difícil obedecer si mi abuela no fuera tan terca. Cada día es más complicado entablar una buena relación con ella. Lo peor, no es eso, sino seguir al pie de la letra las indicaciones de mi madre. Es una perfeccionista con la limpieza. Quiere que guarde la ropa, limpie el modulo y la mesa, ordene las camas, lave los platos, entre otras cosas. Creo que un pulpo no es nada la par mía. A veces quisiera salir corriendo y gritar lo más fuerte posible, pero no me atrevo. Todo el santo día he dado piruetas y piruetas. Es una locura.

Lo único que pueda rescatar de este día es haber visto a un amigo. Bueno, antes no le veía de esa manera. Me enamore de él sin pensarlo, cuando estaba en octavo grado. Pero mi amor por él nunca fue correspondido, es una triste historia que no quiero recordar. Sin embargo, la vida nos ha vuelto ha unir en la misma universidad, aunque, las cosas ya no son como antes. Casi no cruzamos media palabra cuando nos vemos. Pero me alegró cada vez que lo veo. La verdad, no sé en qué vaya a terminar todo esto. Lo que sí puedo asegurar es que cuidar enfermos y a mi hermana se ha convertido en mi infierno.


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