Me duele vivir la vida

Una de las cosas que menos imaginé intentar fue escribir sobre mi persona. Nunca me ha gustado. Siento que me expongo al desnudo con los demás. Es un placer egoísta, diría yo. Tener un diario personal siempre me pareció una idea absurda, ya que en él se conserva todo lo bueno y malo que te ha pasado en la vida, desde una quitada de una muela hasta tu primera cita con el chico apuesto. Para qué escribirlo si después ya no tiene mayor importancia, porque toso eso pertenece a un pasado. Aunque admito que son buenos instrumentos para desahogarse, pero son muy malos consejeros. Por ello a mí me gusta vivir el presente, olvidar el pasado y pensar en el futuro.

No obstante, la vida me ha enseñado que ocultar mis sentimientos no es la mejor salida. Muchas personas pasan por situaciones similares a las mías y no puedo compartirlas con ellos, porque me niego a decírselos. Hoy en día, he tenido por primera vez la oportunidad de vaciar mi imaginación, creatividad y sueños en un escrito. Sí, tengo un diario. En él escribo todo lo que no le puedo confiar a un amigo. Creo en la privacidad de algunas cosas. Sin embargo, existen muchas posibilidades de que alguien lo encuentre y lo lea, pero es un riesgo que quiero correr. Porque creo que vale la pena escribir en él.

Siempre que escribo recuerdo las travesuras, lo enojos, los miedos, las vergüenzas que he pasado en público, mis pasiones y los desaires que me cuesta perdonar. Eso sin dejar a un lado esas molestas tildes, comas, puntos, puntos y comas, entre otros. Nunca pensé que fueran tan importantes, aunque todavía no manejo muy bien el uso adecuado de ellas, me dedico a practicarlo. Porque lo más fácil que existe en el mundo es hablar y escribir mal.

Hay momentos que antes obviaba de la vida y que ahora se han convertido en una realidad para mí. Entre ellas puedo mencionar: besar a un canino, pegar la lengua en el congelador, comer galletas para gato, beber de un retrete, pegar chicle en los pantalones de mis compañeros, etc.

En fin, creo que la vida es como un libro. Comienzas a leer una historia en un encadenamiento de escenas que te resultan fáciles de entender, pero luego de cambiar la página te sorprendes porque no esperabas ese final. Son casos extremos los que se viven, un día puedes poseer un carro lujoso y al siguiente día, no. A veces la vida parece estar sujeta a un sistema que nunca va a cambiar. Sin embargo, cambia. Siempre existe una primera vez para todo, si nunca tuviste la necesidad de pedirle ayuda a alguien, y ahora, no te queda más remedio que pedírsela a la persona que alguna vez se la negaste. Creo que nada es seguro en esta vida, y esa es una realidad que he aprendido de este mundo y que hoy he querido compartir contigo.